Shipibas y trans, mujeres que luchan
En un país que las quieren siempre al margen
No es fácil hablar de comunidades o poblaciones olvidadas, ninguneadas y fuertemente golpeadas por la violencia, no es fácil porque nos dice mucho de las sociedades que habitamos y que hemos ayudado a construir. Nos dice mucho de la poca calidad humana que tenemos, de lo poco que hemos avanzado, de cuánto nos hemos deshumanizado, a pesar del tiempo transcurrido y todas las luchas que hemos asumido sin descanso. Ayer presenciamos justamente cómo la violencia se ejerce continuamente sobre estas comunidades, la comunidad shipiba migrante en Lima y la de mujeres y hombres trans. Dos realidades que de forma inevitable todas y todos conocemos, y las conocemos justamente por la violencia que las atraviesa, que es antigua y que al Estado y a los ciudadanos de a pie poco importa, las conocemos porque las hemos visto, a unas andando por las calles o en ferias vendiendo su arte, a las otras, en peluquerías o en las esquinas, vendiendo lo que pueden vender, esa es la imagen que tenemos de ellas y que se queda clavada en nuestras mentes hasta el punto de naturalizarlas y que no nos parezca que algo está fallando para que no tengan más oportunidades de sobrevivir que esas.
Ayer se quemaron más de 400 casas, construidas con todo el amor y la precariedad que la pobreza puede crear, de vecinas y vecinos shipibos de Lima que huyeron del terrorismo y que se instalaron aquí hace varios años, y que luego de olvidos y desprecio continuo, tuvieron una oportunidad de mejorar sus vidas, pero fueron engañados vilmente por el alcalde que tenemos, quien vendió sus propiedades al mejor postor para llenar sus bolsillos dejándolos en estos círculos de pobreza de los que no pueden escapar, no porque no quieran, sino porque continuamente Castañedas aparecen para destruirles las esperanzas, y porque nos gobiernan Castañedas, y porque el Estado y la sociedad está lleno de Castañedas de diversos niveles. Ellxs sobreviven a la violencia en un país que no quiere verlos, que los quiere en el margen del río, en la punta del cerro, en el gueto, en el desierto, en lo lejos, sin agua, sin luz, sin educación, sin ilusiones.
Ayer, también, se presentó el primer proyecto de ley de la comunidad trans, hecho por ellas mismas, con el amor y la precariedad que la pobreza puede crear, con el esfuerzo de muchas de ellas reunidas días enteros para elaborar un sueño que las proteja de la indiferencia, del dolor y de la muerte. ¿Sabían que el 90% de ellas no tiene seguro de salud?, ¿que el 70% son trabajadoras sexuales debido a la falta de oportunidades laborales porque tampoco tuvieron oportunidades educativas que les permitiera optar por otros trabajos y que el 50% de ellxs abandonó sus estudios por toda la violencia que tienen que soportar en los colegios?, ¿que 1 de cada 3 vive con VIH? Ellas sobreviven a la violencia en un país que las quisiera ver muertas, y a muy poca gente le importa sus vidas, sus victorias, sus luchas. Las golpean, les roban y las matan todos los días y a poca gente le importa, y entre ellas tienen levantarse, apoyarse, cuidarse, amarse y seguir organizándose y luchando.
Ayer fue un día tristísimo para la comunidad shipiba de Cantagallo, muchos lo perdieron todo y deben estar sumidos en la desesperanza y la tristeza, y necesitarán ayuda continua por semanas o meses, pero sobre todo un nuevo plan de vivienda que contenga sus sueños tal cual, pero también hemos visto hermosas manifestaciones de solidaridad, amor y compromiso, y una denuncia fuerte y clara a quienes hicieron posible su desgracia. Ayer fue un día de felicidad para la comunidad trans, muchas por fin sintieron que hay esperanza de mejorar sus vidas. Acompañémoslas también, las están matando, en las calles y en los hospitales, todos los días, cuando les quitan oportunidades, cuando no acceden a un DNI con su identidad real, cuando no acceden a cuidados de salud con respeto e igualdad, cuando no las reconocen. Démosle espacios en nuestras redes, en nuestros análisis, en nuestros medios.
Solidaricémonos con todos los que nos necesiten, porque lo necesitan, porque eso nos hace humanas y humanos. Y vayamos por más para la comunidad shipiba y para la comunidad trans.