Marchar por igualdad real
Las representaciones sí importan
Organizar una marcha no es cosa fácil. La primera marcha por la igualdad la hicieron con punche un grupo pequeño de lesbianas que formó por primera vez el colectivo unión civil, y varias de ellas ya no están en ese colectivo. Era medio inevitable que Carlos Bruce la encabezara porque se trataba de incidir sobre el proyecto de unión civil. Pero queríamos darle un tono distinto, por eso las voceras eran mujeres (chau patriarcabro de décadas), los congresistas eran gente que había apostado desde hace mucho por los derechos lgtbi (Mendoza, Tejada), los artistas que subieron (Pimentel, Tatiana Astengo) eran de alguna forma chéveres.
La segunda marcha por la igualdad no tenía que haber sido encabezada por Bruce de ninguna forma. Si tanto se ha dicho en diversas entrevistas que han dado, que íbamos por todo: matrimonio igualitario, identidad de género, crímenes de odio, ley antidiscriminación, pues Bruce no representa nada de eso. Representa un proyecto fallido y que fue muy criticado dentro de la comunidad LGTBI, porque sabíamos por experiencia activista que si pedimos todo nos dan algo, pero si pedimos poco, nos dan nada. A pesar de eso, el patriarcabro, terco, aceptó la propuesta, y muchxs tuvimos que llevarlo como bandera de lucha casi dos años.
Si es una marcha por la igualdad real, entonces las que tenían que estar adelante eran las que menos gozan de esa igualdad, las mujeres trans, porque nosotras, lesbianas blancas clasemedieras, pasamos piola muchas veces, pero ellas nunca. Las que tenían que hablar en el escenario eran ellas, porque nosotras y nosotros siempre hablamos, pero ellas nunca. Se debió hacer un fuerte énfasis en las realidades más marginales y más invisibles a pesar de su extrema visibilidad, porque la lucha LGTBI no es solo visibilizarnos, es transformar sentidos comunes, esos que nos convierten también en seres racistas y transfóbicos, que nos hace reproducir y aspirar a parecernos al blanco rico consumista apolítico fiestero que le importa bien poco que a las hermanas las maten en las calles mientras la falta de oportunidades, la miseria y el abandono del Estado las obliga a prostituirse tantas veces. Tenían que estar adelante las machonas más machonas y las locas más locas, porque es sobre ellxs que se ejercen las violencias más irreproducibles, esas que hacen que una madre te desee muerta, una hermana te bañe en pichi, un tío te viole, un padre te expulse de tu casa, y un profesor te amenace con expulsarte si sigues perturbando a tus compañerxs. Y esa violencia hace que nos matemos a nosotros mismos.
La lucha por la igualdad real para nosotrxs no puede tener encabezándola a un Beto Ortiz o a una Magaly Medina, por más mediáticos que sean o por más "favores" que nos hagan, porque hay que entender que no nos están haciendo favores, están haciendo lo correcto y bien por ellos, pero mal por nosotrxs, porque ellos han contribuido a lo nefasto de la televisión que tenemos hoy, como Carlos Galdós, como Peluchín. No se pueden lanzar vivas a Cecilia Chacón, Pedro Spadaro o Mauricio Mulder por votar a favor de nuestros derechos, porque representan a partidos nefastos que han jodido a nuestro país, y ellos tienen una fuerte responsabilidad en ello, y en que nos sigan jodiendo.
La representación es sumamente importante, porque no es solo una imagen, sino todo lo que representa. Y todos ellos representan televisión basura, degradación de la vida de los demás, envilecimiento de la política. El movimiento LGTBI se fundó como una apuesta de transformación profunda, por eso nuestras luchas siempre estuvieron ligadas a las luchas feministas, a la lucha indígena, a la lucha por trabajo digno, contra la dictadura, apostando por un país mejor, por fortalecer las ciudadanías, por desactivar formas obsoletas de pensamiento, por dar apertura a revoluciones culturales, afectivas y sexuales.
Este horizonte grande y transformador se ve menguado cuando no se es crítico de un sistema económico, político, social, cultural que nos perjudica a todxs y que hará posible que tengamos que votar entre Keiko y Alan, y que tiene representantes claros en la política y en los medios de comunicación. La lucha LGTBI no es por matrimonio, es por generar impactos simbólicos y reales sobre vidas, sobre seres humanos, sobre nosotros, y perder la oportunidad de impactar en la vida de la gente y cambiarla es triste. Me asusta esta derechización-neutralización de un movimiento tan potente. Me alegra que haya personas capaces de cuestionarlo, de no dejar que esto avance.
Las demandas no les pertenecen a un colectivo, le pertenecen a toda la población LGTBI y toda debería estar informada de cómo se toman las decisiones y reflexionar sobre estas. No dejemos que la derecha también coopte a nuestro movimiento, lo neutralice, lo blanquee y lo ponga a su favor