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Los 4 programas de tv peruana que creen que la mujer es un objeto

"La noche es mía", "El valor de la verdad", "Esto es guerra"/"Combate" y "Amor, amor, amor".

Milagros Olivera

@nousocolet

Publicado: 2014-05-28

No son los únicos, pero sí los más representativos. El rating los ha convertido en intocables y la audiencia los ha ubicado en el encabezado de sus preferencias. Sin embargo, se trata de programas denigrantes, que buscan reforzar estereotipos nocivos que alimentan el machismo. 


Este programa ha transformado la imagen de Carlos Galdós. De ser un comediante simpático que conducía con éxito un programa de radio diurno, ha adoptado el personaje de un trasnochado sujeto que humilla y se burla sin contemplaciones de cuanta mujer pise su set de televisión, no sin antes resaltar las partes físicas de la misma y asumir el rol de un individuo pervertido sin límites.

Ver “La noche es mía” resulta chocante. Desde la interacción que genera el Twitter del programa mostrado en pantalla, hasta la constantes faltas de respeto a las entrevistadas, este formato de late show termina por convertirse en una máquina de misoginia en señal abierta. El horario no debería ser una justificación para la objetivización sistemática que exige este programa.

En la edición que acompaña esta nota, en el minuto 11, la situación llega al clímax. La historia es breve. Milena Zárate es una cantante colombiana que mantenía una relación sentimental con el cómico Edwin Sierra. Este la engañó con su hermana menor, de nombre Greysi, situación que “La noche es mía” expuso sin la menor mesura.

Sin embargo, y en el colmo de la desvergüenza, es en el minuto 11 que, ante las lágrimas incesantes de Zárate, Carlos Galdós le dice: “Estoy dando la espalda a la cámara, no me interesa que te vean llorar, no es mi negocio eso”. Claro, todo esto con el micrófono encendido, como para que el público no cambie de canal.

No solo venden los desnudos que involucran mujeres, también venden las lágrimas, el morbo, el dolor femenino. Venden los abortos (Salió el hermano de ambas, justo en ese programa, a contar que la menor se había pagado un supuesto aborto clandestino al verse embarazada de Sierra.) Vende todo. Y al final se encaleta la desmesura con una falsa mesura. Es el único momento en que este hombre muestra un atisbo de sensibilidad acompañado con una nauseabunda música de fondo. En ningún momento manda a reclame. Se relame con el dolor de la víctima y muestra una aparente comprensión con la que hace algunos puntos más de rating.

http://youtu.be/qd8reKLMB64

2.


Este programa se mantiene gracias a las confesiones femeninas. Son las mujeres las principales invitadas a contar sus intimidades. Que si han sido infieles, que si se han acostado con Juan o Pepito, que si les gustan las mujeres. Que si tu novio te pegó, que si te acostaste con alguien por interés. Son un sinfín la declaraciones que indagan en lo más hondo de las jóvenes participantes, quienes acuden en busca de algo más que la fama que este programa promete.

En el caso de Katty García, joven bailarina de 20 años, se le realizó un linchamiento mediático bastante fuerte, al calificarla de “puta” por haber reconocido públicamente que le había sido infiel a sus parejas, y que mantuvo relaciones fugaces con más de un futbolista.

Sin embargo, nadie habló de los golpes que García reconoció haber recibido de parte de sus parejas. Nadie habló de la cruda historia que contó, esa en la que narraba cómo el futbolista Hernán Hinostroza la pateó incesantemente en el suelo, mientras ella le rogaba que pare.

Eso no era lo importante para los medios de comunicación. Eso es tan normal que no vende. Lo que si vende es que una mujer se acueste con uno, dos, tres hombres. Y si con quien se acuesta es con una mujer, vende el doble.

http://www.youtube.com/watch?v=5gj_ascPIBI&feature=share

3.


Este programa no necesita introducción. Es de la escuela que Magaly Medina implementó, aquella en la que las mujeres eran expuestas y juzgadas con una escalofriante autoridad moral. Rodrigo Gonzáles, alias Peluchín, es el heredero directo de esta misógina manera de hacer espectáculos en televisión.

Es este programa el que genera la dinámica de la sobre exposición de figuras y de casos, como el de Flor Polo Díaz y su madre, la célebre Susy Díaz. Gonzáles no tiene problemas en burlarse abiertamente de sus invitadas, y cuestionarlas con el desdén que heredó de su mentora.

En esta edición del programa, abordan el conflicto en el que se encuentra Jean Paul Strauss, entrevistando a una de las señoritas que asegura haber sido una de las “trampas” con las que Strauss le fue infiel a Janet Barboza.

“Tu sabías que existía Janet pero te importaba tres pepinos”, la juzga Gigi Mitri, co- conductora del programa. Esa es la dinámica que se maneja en el programa para con las señoritas entrevistadas. Los presentadores se colocan en una situación de jueces supremos y colocan a las jóvenes en el banquillo de los acusados. Y junto con los televidentes, maquinan la condena.

http://youtu.be/BQ2j-eqrtD0

4.


En estos programas se estimulan los estereotipos tanto de los hombres como de las mujeres, pero analizaremos en caso femenino.

La idea que venden estos formatos se acercan a cánones de belleza ajenos a nuestra realidad racial y fenotípica. En primera instancia, se promueven cuerpos delgados y atléticos, que distan mucho de las curvilíneas formas peruanas alimentadas con lomo saltado y demás maravillas de nuestro empalagoso boom gastronómico.

No somos un país de agua hervida y ensalada. Tampoco somos una nación donde las mujeres promedio miden 1.70. Menos aún existe tiempo para ir al gimnasio en lugar del trabajo. Sin embargo, eso no es lo peor. Incluso podría quedar en lo anecdótico. Lo realmente lamentable es que estos programas promuevan la banalización de la educación y de la superación en base al estudio, pues tienen llegada a todos los sectores sociales, inclusive los más bajos, donde la educación es la única herramienta de emancipación.

Entonces vemos a mujeres que quieren ser como Alejandra Baigorria, quien –y esto es una pena- no sabe qué es un archipiélago y sin embargo ha publicado un libro. O a jóvenes que, como Jazmín Pinedo y Michelle Soifer, se enfrentan con palabras de grueso calibre por un hombre. Es así. De un momento a otro el contenido fue reemplazado por el cuerpo, y se les quiere hacer creer a las niñas y adolescentes –principales consumidoras de estos formatos televisivos- que tener un hijo a los 23 años es lo normal, porque evidentemente estudiar una carrera universitaria o leer uno que otro libro no reafirmará sus abdómenes ni les dará como novio a Jaco Eskenazi. Quieren hacerles creer que la única forma de ser una mujer insertada en el sistema es negando sus capacidades intelectuales y reforzando las mallas que aprietan sus senos, y dentro de poco, también sus cerebros.

http://youtu.be/olYrpIXZQe0


*Texto publicado originalmente en mujerenventa.wordpress.com


Escrito por

Milagros Olivera Noriega

Feminista. Este es un diario abierto. @nousocolet


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