MARCHAS CONTRA LA VIDA
Salven a los niños de las iglesias y del PPC
Cuando el matrimonio igualitario empezó a discutirse en el Parlamento francés, no faltaron las marchas de católicos, evangélicos, neonazis y homofóbicos en general, unidos defendiendo una sociedad imaginaria en donde pretendían defender a la familia “natural” y a los niños. Las marchas fueron masivas porque masiva es la homofobia en las sociedades donde han calado fuertemente discursos de exclusión que provienen de las religiones y que por muchísimo tiempo tuvieron el aval de las ciencias hasta que estas decidieron ser ciencias de verdad.
Estas marchas se pretendían espontáneas, incluso las diversas iglesias negaron su participación en ellas, porque Francia, querámoslo o no, es un Estado laico en donde, a diferencia de Perú, los curas no salen a los medios ni a las calles a defender, invitar y pretender mandar sobre las vidas de las personas sin vergüenza alguna. Allá, por lo menos, se sentían restringidos de alguna manera y apoyaban las marchas en la oscuridad.
Pero a pesar de tantas marchas que organizaron, el matrimonio igualitario se aprobó con la firme defensa de la ministra de Justicia, Christiane Taubira, apoyada todo el tiempo por el presidente francés. Y el matrimonio para las parejas fue una realidad y el mundo no se acabó y toda esa gente que se oponía a que otros tuvieran los mismos derechos que ellos tuvieron que tragarse su homofobia. Un país que se considerara democrático no podía permitir que esta democracia fuera indigna para determinadas personas sin ningún argumento razonable más allá de cuestiones como la “familia natural”, “Dios nos hizo hombre y mujer”, “el matrimonio es para la procreación” y otras sandeces de igual calibre.
En el Perú aún estamos lejos de llegar a ser este tipo de sociedad en donde se van respetando los derechos de todos y se van llenando las omisiones de siglos de marginación y discursos de odio. Pero el camino se está haciendo. Se hace cada vez que no dejamos que nos pisoteen cuando pretenden echarnos de un parque por estar con nuestras parejas, se hace denunciando políticas de “erradicación de homosexuales”, se hace siendo visibles para que otros también tengan valor y lo hagan, se hace besándonos en las calles y pidiéndoles a las autoridades que cumplan sus promesas, que construyan un país para todos, que destierren el miedo, que asuman sus responsabilidades.
Esta semana veremos en las calles a la maldad personificada en cientos de personitas que irán a marchar el jueves 20 por la “familia” y el sábado 22 por la “vida” con el afán de decirnos que ahí están “presionando” para que no tengamos derechos, que son muchos y que tengamos miedo. Y estarán aliados con los partidos más conservadores, homofóbicos, clasistas y racistas, con las empresas que más han lucrado con el pueblo peruano, y con medios de comunicación que son operadores del atraso y la colonialidad en la que seguimos viviendo. Todos unidos con el mismo fin: seguir destruyendo la vida de personas que no se adaptan y no les da la gana de adaptarse a su “moral”, esa moral que traiciona sus propias enseñanzas, en las cuales su líder predicaba amor al prójimo, amor que es olvidado con tal de que otros no puedan amarse y ser felices. Y seguramente un tercio de las mujeres que irán a la Marcha por la Vida habrá abortado, pero así son de hipócritas estos. Y seguramente un tercio de los niños que lleven a la Marcha por la Familia son lesbianas, gais o trans, pero así es de indolente la homofobia.
Y ni así pasarán, ya sabemos que tienen mucha plata y que pueden organizar marchas millonarias, ya sabemos que pueden aliarse con lo peor del Perú para sus oscuros fines, ya sabemos dónde están, cómo se reproducen y qué quieren. Y no les tenemos miedo. La historia los superará a ustedes como superó la esclavitud, la exclusión de las mujeres en la vida política y el apartheid. El voto femenino, la abolición de la esclavitud, la anulación de la mita indígena, el divorcio, la patria potestad, el patrimonio compartido, la no obligatoriedad de casarse con el violador se lograron gracias al empuje de las fuerzas progresistas, que avanzaron sin miedo porque nunca perdieron la esperanza de construir una sociedad mejor, decente, más justa. Sus marchas solo nos sirven para darnos cuenta de cuánto se resiste la sociedad a avanzar, de cuánto ha avanzado a pesar de ustedes y de cómo seguiremos avanzando dejándolos atrás, en el más triste de los olvidos.