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Situación de las mujeres en Iquitos: cuando la sangre quema

El Perú no es solo Lima (menos en cuestiones de género)

Milagros Olivera Noriega

limeña

Publicado: 2013-11-15

Hace pocas semanas viajé a Iquitos. Las únicas referencias que tenía acerca de esta ciudad, además del maravilloso río Amazonas, el deprimido barrio de Belén y el pintor LU.CU.MA, eran sus mujeres. Las de “sangre caliente”, que les dicen. 

En primera instancia me impactó la aparente libertad de las iquiteñas, que con cortas minifaldas y ligeros polos, se enfrentaban a las calles, algunas sin asfaltar. Tuve la oportunidad de conocer a jóvenes universitarias, todas de hermosa figura. Tienen una belleza espontánea, que no necesita de maquillaje (el cual, por el sol, se lo lleva el sudor).

Pero Iquitos tiene un problema tan grande como el río Amazonas; la maternidad adolescente. Según cifras emitidas por PROMSEX en 2012, en Loreto el 30% de las adolescentes ya son madres o están embarazadas. Eso significa 3 de cada 10 adolescentes. Alarmante, si consideramos que en Lima las cifras son brutalmente distintas. En la capital, poco más del 8% de adolescentes afronta esa dura realidad.

A esta situación se le suma que, según cifras del INEI, el índice de pobreza es de 56% y el de pobreza extrema es de 27.3%. Es decir, estamos hablando de una ciudad sumida en la pobreza, donde incluso hay espacios donde resulta una proeza vivir, pues se comparte espacio con infinidad de deshechos (dícese basura) que pueden afectar sustancialmente la salud de los niños, los cuales crecen descalzos sobre la soledad. No es raro verlos caminar, cual adultos, por las calles y en compañía de nadie.

Durante un concierto que se realizó en el boulevard de la ciudad, que es, digamos, el Miraflores de Iquitos, la mayoría de presentes eran personas que no superaban los 23 años. Muchos de ellos, ya con 2 o más hijos en brazos, apreciaban el espectáculo.

Yo recordaba a mi tía justificando el embarazo de su adolescente empleada doméstica argumentado: “Así son las charapas”. O a los demás adultos que conozco refiriéndose peyorativamente a las mujeres de la selva. Sentí pena por ellas, mujeres que la ciudad enajenó al punto de no poder comprender a sus congéneres que deber resistir en medio de la pobreza, la deserción escolar y la falta de políticas públicas de paternidad responsable y sexualidad.

En Iquitos conocí a mujeres carentes de la criollada que una muchacha limeña desarrolla entrando a la adolescencia. Una joven de 20 años me contó que su madre no la dejaba salir por las noches y que, cuando ella llegaba algo tarde (dícese 11 de la noche), esta le decía: “Cuidado que sales en bola, porque ahí si vas a tener que dejar la universidad”. Esta historia, con la que su madre prevenía a su hija, era su propia historia.

En esta ciudad la señal de Internet sorprende por ser realmente inútil. En una oportunidad me demoré 30 minutos en enviar un simple correo electrónico. Mi punto es que la incomunicación en que se hallan muchos de los pobladores es un factor decisivo en el desconocimiento que atraviesan los jóvenes. Claro está que el acceso al Internet no es para todos ni todas, pero si es una herramienta importante.

Mi bienvenida a Iquitos me la dio una mujer menor que yo de vestido rojo, como sus labios. Luego de llegar al hotel, bajé para ir a comer. Una chica, que no pudo camuflar ni con el maquillaje excesivo, ni con los tacos, sus probables 15 años, preguntaba en la recepción por un hombre. Luego, se dispuso a brindar el número de la habitación. A los pocos minutos subió. Tomé el mototaxi del que ella bajó, y lo único que dijo el transportista fue: “Hay que dejarla trabajar”.

Y con ese prejuicio tan limeño acerca de las mujeres 'charapas', nos olvidamos de las compañeras que viven en una ciudad mucho más retrasada en materia de género que la ya retrasada Lima, situación que las condena a desertar de los estudios y abandonar tempranamente sus planes de vida.   

A las ‘charapas’ se les juzga su aparente ‘libertad’, sin saber que viven condicionadas a un contexto del que son las principales víctimas. Un contexto que las esclaviza y normaliza su temprana labor reproductiva.

En Iquitos, además, existe una alta tasa de trata de mujeres. Pero a quien le importa todo eso, ¿no? Si tienen la sangre caliente, dicen los machos limeños carentes de empatía y criterio. No importa si esa sangre, históricamente, les quema las entrañas. 


SIN PADRES NI CUMPLEAÑOS

César Calvo Soriano escribió este poema que versa la problemática de la prostitución en Iquitos, contando la historia de una joven a la que conoció en el barrio de Belén:


Responso para un abrazo

Me has dicho que naciste y que no sabes cuando

en una calle triste del barrio de Belén.

Me has dicho que creciste sin padres ni cumpleaños

y que un día te fuiste para jamás volver.

Y a mí me lo dijiste, a mí que fui tu abrazo:

el primero que diste al dejar la niñez.

Y ayer cuando me viste después de tantos años

en un lugar más triste que el barrio de Belén, no me reconociste:

bailabas con extraños

los pasos alquilados de la danza más cruel.

No me reconociste pero nos abrazamos.

Nuestro primer abrazo, anoche lo compré.

Tú fingiendo reírte, tú sin oír mi llanto.

Yo buscando una niña en tu piel de mujer.

Y ayer cuando me viste después de tantos años

dijiste no era triste tu calle de Belén,

que allí no te desviste el baile de un extraño,

que allí solo sentiste un abrazo de miel.

Y a mí me lo dijiste, a mí que soy tu abrazo:

el único que diste, lejos, en tu niñez.

Me dijiste que nunca podrías recobrarlo,

que del amor huiste y que hoy pagas por él.

No me reconociste, y sin decirte nada

yo te dejé más triste que cuando te encontré.

Y en el espejo amargo de tu cuarto quedaron

dos niños abrazados que murieron ayer.


Escrito por

Milagros Olivera Noriega

Feminista. Este es un diario abierto. @nousocolet


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