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tomada del muro de vero ferrari

Tengo pene y me la llevo fácil

La “familia natural” parasitando nuestras vidas.

El poder disciplinario gobierna, en efecto, estructurando los parámetros y límites del pensamiento y la práctica, sancionando y prescribiendo los comportamientos normales y/o desviados.

Hard y Negri

Publicado: 2013-09-28

Es increíble como una propaganda puede graficar todo lo que desprecias en este mundo. A esto se refieren el fascista de Cipriani y todos los patanes que se hinchan el hocico rebuznando sobre la "familia natural", símbolo máximo y principal mecanismo productor del patriarcado, del poder y control histórico que se ejercen sobre las vidas y los cuerpos de las mujeres. Esto es lo que tratan de perpetuar a toda costa sin importar en cuántas vidas haya que cagarse. Para sus existencias miserables se trata de algo biológico, genético, celular, una causalidad evidente y por supuesto divina, designio de dios, y su fiel cumplimiento es garantía del aburrido paraíso que promocionan. A esto le llaman "complementariedad mutua, perfecta y sagrada entre hombre y mujer". Pero la familia de natural no tiene nada, y esa pretendida naturalidad es la que te somete a la voluntad fálica, con nada que te consuele salvo un resignado “así son los hombres”; pero así no somos, honey, así nos (mal)crían, así como te han criado a ti para cambiar pañales mientras él mira fútbol. 

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No es un inofensivo comercial (gracioso si tienes una sayonara en lugar de cerebro), es una orden, un recordatorio, una sentencia de cuál es el lugar que te corresponde en este mundo dividido en rosadas y azules. Lo mismo que las propagandas de detergente o de cualquier artículo de limpieza que te muestran feliz de la vida lavando los calzoncillos pedorrientos de tu marido; y las de ingredientes de cocina donde siempre sales radiante complaciendo su exquisito paladar; o las de desodorantes que te pintan tan estúpida que ante el olor de cualquier axila pestilente te conviertes en ninfómana; y ni que decir de las súper creativas propagandas de cerveza, donde sólo eres un adorno que sirve para asociar su consumo con las erecciones de sus precoces miembros. Y todas ellas inscritas, con mayor o menor cercanía, en el entorno familiar, bajo la forma encubierta de oposiciones lógicas e inevitables.

Así es queridx, jamás veremos a Míster Músculo socorrer a algún manganzón limpiando su sala, por favor, que el pobre llega cansado y aunque tú probablemente también trabajes, tu esfuerzo no se compara al peso de sus genitales. Lo que si vemos a diario son las consecuencias de este bombardeo misógino: violencia doméstica (o sea mujeres golpeadas), acoso callejero, violaciones, abortos clandestinos y militantes del PPC; y todo ello tiene su origen en la “familia nuclear”-es decir heterosexual, institución jerárquica y opresora que nos han convencido de fijarnos como máxima meta vital a través de sugestiones arbitrarias y conminaciones explícitas.

De un lado, los culebrones de televisa, los libros de Pilar Sordo, las princesas Disney y esa salsa que tanto te gusta bailar; del otro, el estado, la escuela, la iglesia y por supuesto tu propia familia con las cocinitas, barbies (con su slogan: “sé quien tú quieres ser”, o sea blanca, rubia, delgada, hueca, heterosexual y casada) y bebés plásticos que se cagan con los que te adoctrinaron para que te vayas acostumbrando a cumplir tu condena, viéndote guapa de paso. Toda la publicidad, las series, canciones y revistas reflejan la misma realidad que a su vez construyen y legitiman, una en la que eres esclava a voluntad y objeto sexual reciclable cuyo destino fue fijado desde tu primera ecografía.

La familia, entonces, además de ser el espacio de protección y cariño que quizás recuerdas, es en realidad una herramienta biopolítica y disciplinaria de transformación de los cuerpos en entidades sexualmente diferenciadas y producción de hábitos sistemáticamente opuestos. Algo así como un parásito implantando en nuestros cerebros, que configura una serie de desplazamientos e introyecciones esencialmente machistas. Tu capacidad sexual, laboral y reproductiva ya no son decisión tuya ni lo serán jamás, sino que están supeditadas a sujetos con nombre y apellido, que continúan arrastrando a la humanidad hacia la eterna estupidez e ignorancia para conservar el poder y preservar sus intereses.

Y esa mujer tomando al bebé es mi mamá y también la tuya, es tu abuela, tu hermana, tu tía, tu madrina, tu amiga, tu jefa y tu vecina, la señora de la bodega y tu profesora de universidad. Y puede ser tu vida en unos años -o quizás lo sea ya- si no empiezas a cuestionarte el sueño al que puedes estar aspirando sin notar que te lo han impuesto, y a combatir la violencia que te han enseñado a naturalizar, reproducir y encarnar. La familia nuclear no es la única alternativa, de hecho es la peor, y subvertirla, transformarla, es una cuestión de amor y respeto propio. Mientras sigan callando y cambiando los pañales, ellos seguirán riendo triunfantes.


Escrito por

Gonzalo Meneses

Psicólogo Social, marxista rosado, marica escandalosa, cholo, feminista, ateo, abortista, gamer, geek y otaku. Twitter: @Cazador_Diurno.


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