Tú, que te follas a medio Lima
Cuando una mujer pretende descalificar a otra haciendo alusión a su supuesta promiscuidad
Milagros Olivera Noriega
Juan se folla a medio Lima. No tiene un tipo específico de mujer, por lo que su lista sexual incluye a todo tipo de señoritas: la hermana menor de su mejor amiga, su mejor amiga, la antropóloga de San Marcos, la administradora de la Pacífico, la escritora, la vegetariana, la esquizofrénica, la budista, la sindicalista...
Mi amigo Juan, en definitiva, se ha follado a medio Lima. Es un pendejo, un ganador, un ‘winner’. Grandes y chicos lo respetan y las mujeres presumen acerca del tamaño de su pene. Cuenta la leyenda que, previo al acto sexual, el buen Juancito coloca anónimos y efectivos polvos alrededor de su miembro. Es la única explicación para tanto éxito sexual.
Ayer leí en Twitter que Carla García, la hija del expresidente Alan García, buscaba descalificar a Pía Hildebrandt, la hija del periodista César Hildebrandt, alegando que esta se había “follado a medio Lima”. Fue entonces que me acordé de Juan, quien a esta hora debe estar descansando al lado de alguna nueva conquista. Nadie molesta a Juan. Incluso cuando riñe con alguien, jamás he escuchado que lo descalifiquen por haber estado con varias mujeres. Justamente en eso reside su encanto. Justamente por eso sus congéneres lo respetan y, presumo, quieren ser como él. Más desinhibidos, guapos e interesantes, capaces de encantar a hombres y mujeres por igual.
Como Juan hay miles de personas. La promiscuidad no es exclusiva de los hombres, sin embargo, no maltrata igual a los hombres como a las mujeres. Un hombre promiscuo no debe afrontar una realidad áspera que repudia su imagen impura. Una mujer sí. Y es totalmente desmotivante que quienes pretenden desacreditar a las mujeres haciendo alusión a su posible promiscuidad, sean otras mujeres. Y no cualquier mujer, sino una que en más de una oportunidad ha mantenido un discurso en contra de la violencia de género. Y eso de andar descalificando a alguien por follarse a medio Lima también es violencia.
De pronto ya no sorprende que entre mujeres nos agredamos. Yo, acaso inocente, me pregunto: ¿Hasta cuándo perpetuaremos los insultos que buscan denigrarnos y permitir la subsistencia del patriarcado? ¿Hasta cuándo permitiremos que nos digan cómo y con quienes vivir nuestra sexualidad? ¿Hasta cuándo seguiremos llamando “putas” a las mujeres libres? ¿Cuál es la diferencia entre un hombre que “se folla a medio Lima” y una mujer que hace lo propio?
Puta le dices a la esposa de tu amante. Puta te dice la enamorada de tu ex. Puta le decía tu padre a tu madre. Puta le dijo ayer a tu hija su enamorado. Puta le dirán a tu nieta cuando se libere. Puta serán también sus hijas. Puta eres tú, que te has follado a medio Lima. Puta soy yo, que también me he follado a medio Lima. Puta es Lima.