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La Biblia y sus ultrajes

Cuando la religión nos viola

Milagros Olivera Noriega

hija de Carmen

Publicado: 2013-10-14

Somos un país donde la mayoría de habitantes profesa la religión católica. No habría espacio para el análisis en torno a este tema (toda creencia religiosa debe ser respetada) si no fuera porque el Estado peruano ha optado, históricamente, por gobernar para esa mayoría y de acuerdo a los preceptos establecidos en la Biblia. Si bien la Constitución reafirma que en nuestro país todos los individuos gozan de libertad de credo y define al Perú como un Estado laico, en la práctica eso no sucede. Como ciudadana exijo que ese punto en específico sea respetado y que leyes de salud pública, como es el caso de la despenalización del aborto en casos de violación, procedan. ¿Nos regimos como nación de acuerdo a lo que establece la Constitución o la Biblia? 

La religión es un arma de dominación, utilizada por los gobernantes y grupos de poder para mantener la sobriedad en el accionar del pueblo. Es utilizada para generar falacias, aceptadas e interiorizadas porque incluyen una promesa de trascendencia en otro lugar que, definitivamente, no puede ser peor que este.

Hogar peruano que se respeta quizás no tenga comida, pero siempre tendrá una Biblia. Yo, como mujer pensante, no puedo tomar en serio a un libro que objetiviza mi humanidad y minimiza mis capacidades. “Dijo asimismo a la mujer: Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces; con dolor parirás los hijos, y estarás bajo la potestad o mando de tu marido, y él te dominará”(Génesis 3:16). Si nos remontamos al inicio de las represiones a la mujer, podemos hallar en la Biblia las respuestas a tamaña interrogante.

En Deuteronomio 22-11:21 el libro, también conocido como “la palabra del Señor”, reza lo siguiente: “Pero si la acusación resulta verdadera y no aparecen las pruebas de la virginidad de la joven, la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la gente de esa ciudad la matará a pedradas, por haber cometido una acción infame en Israel, prostituyéndose en la casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes”.

Cualquier ser humano con una noción básica de la dignidad humana repudiaría textos como el mencionado. La obsesión en torno a la pureza de las mujeres perdura, acompañada de un control de nuestro cuerpo que busca justificar la violencia padecida.

Si un libro leído y afirmado por el grueso poblacional de un país hace apología a la violencia contra la mujer y habla de la dominación masculina con asombrosa naturalidad, el feminicidio, las violaciones sexuales, entre otros males, vienen por añadidura.

Debemos reconstruir nuestra patria con cimientos inclusivos, que repudien las intromisiones religiosas que permiten que las mujeres pobres sigan muriendo con las piernas abiertas y los rostros desfigurados por un aborto mal realizado. Necesitamos que el Estado vele por las necesidades de las ciudadanas, que no permita que un libro como la Biblia sea un texto de cabecera. Yo repudio la violencia contra la mujer, así sea palabra del Señor.


Escrito por

Milagros Olivera Noriega

Feminista. Este es un diario abierto. @nousocolet


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