Vocablo amor y el Eros de las alas desplegadas
“Si logramos que de las relaciones de amor desaparezca el ciego, exigente y absorbente sentimiento pasional; si desaparece también el sentimiento de propiedad lo mismo que el deseo egoísta de ‘unirse para siempre al ser amado’; si logramos que desaparezca la fatuidad del hombre y que la mujer no renuncie criminalmente a su ‘YO’, no cabe duda que la desaparición de todos estos sentimientos hará que se desarrollen otros elementos preciosos para el amor” Alejandra Kollontai
Muchas veces me he hallado inquieta pensando en el amor, confieso que en un inicio, cuando esto sucedía, me sorprendía y trataba de entender qué me llevaba a indagar y querer estudiar sobre ello en ambientes “poco usuales”, era confuso y recibía más que respuestas, muchas preguntas del porqué me desviaba y ocupaba de un tema intrascendente en las actividades políticas. En el ámbito personal, pensaba que era normal, crecía y debía entender lo que era. Con el paso de las aún, iniciales reflexiones, he comprendido que las mujeres y sobre todo aquellas que deseamos asaltar los cielos y transformar, debemos pensar en el amor, hablar del amor, y debatir sobre el amor.
Si realizo una retrospectiva de cuándo inicio este interés, creo que me remontaría al obsequio de uno de los primeros libros marxistas que recibí, este fue “La emancipación de la Mujer” de Lenin, me lo regaló un amigo cajamarquino en un Congreso de la Federación de Estudiantes. En el viaje de regreso a mi ciudad devoré el libro, me gustó sin duda la explicación y necesidad que planteaba de la participación de las mujeres para alcanzar los cambios sociales, la revolución, sin embargo, quedó grabada en mí como torturándome, una carta enviada a Inessa Armand en la que decía “Le aconsejo que suprima en absoluto la reivindicación (femenina) del amor libre. (…) En realidad, ¿qué entiende usted por esta reivindicación? ¿Qué se puede entender por eso?” ¿Qué se puede entender? ¿por qué Lenin cuestionaba tanto la forma de expresarlo y suprimía reivindicarlo? y ¿por qué Inessa estaba tan interesada en escribir sobre ello para las obreras?
Si continúo haciendo retrospectiva, llego a la secundaria, y a la escasa y valiosa merca que se encontraba en Pasaje Vigil, donde los contados anarcopunks de la ciudad vendían sus materiales, allí yo encontraba algunos cassettes y fanzines que repetían “Ni dios, ni patrón, ni marido”.
Las menciones sobre el amor estaban en todos lados, desde los libros incendiarios que había encontrado, hasta las novelas literarias, películas, poesía. En todas sus manifestaciones se presentaba de manera distinta, pero su tendencia era relucir su lado más conservador “el amor todo lo puede, todo lo cree, todo lo soporta”. Tantas mujeres y hombres repitiendo ese dependiente, tortuoso, y sufriente modelo de “sentimiento” que copaba casi todos los materiales públicos desde los que vamos aprendiendo a socializarnos.
En ese camino, no fue sino el feminismo quien me dio claridad para comprender que las relaciones de parejas sumergidas en relaciones asimétricas, donde lo masculino siempre tiene el poder sobre lo femenino, son terroríficas. Causantes, de la supresión de la personalidad y libertad de las personas, de la esencialización de las mujeres a los ojos del hombre, de la absorción, dominación, control y en muchos casos, violencia. ¿Por qué sentimientos que creemos en sus inicios tan bonitos terminan de este modo? Por la construcción del cuerpo de las mujeres como propiedad privada de los hombres, cosa que justamente Engels explicó, cosa que, sobre todo desde la izquierda se debería cuestionar para destruir.
Al mundo poco le importa preocuparse en esto, sin embargo, mucho desde el feminismo se ha hecho para la construcción de nuevas relaciones sociales, y tendría que ser igual desde todo espacio que se diga marxista, pues se apuesta por la construcción de una mujer y hombre nuevo. Y es que estas dos posturas no pueden ir separadas, una a una se complementan.
Es por ello que las revolucionarias rusas, como la feminista socialista Alejandra Kollontai, escribió sobre la nueva moral sexual. Fue necesario hablar de lo personal y remarcar, que la revolución no era sólo un asunto público, sino que debía transformar todos los ámbitos de la vida privada. Servir a la revolución, apostar por la revolución implicaba, i m p l i c a, que para la construcción de esa nueva sociedad reconozcamos las relaciones en igualdad con nuestros pares.
Las secciones de mujeres de las agrupaciones políticas de izquierda actuales, las mujeres y hombres que militan en esas agrupaciones, debemos insistir con ahínco en debatir sobre el amor libre, las uniones libres, la extinción de la familia y el matrimonio burgués, la sexualidad, la orientación sexual, el aborto, la maternidad voluntaria, la socialización del trabajo doméstico, la educación de los hijos quienes los decidan tener, el divorcio, entre tantas otras cuestiones que parten precisamente de las relaciones de pareja y serán peligrosas o no, lapidadoras o no, dependiendo de la libertad con la que ejerzamos el amor.
El Eros de las alas desplegadas, no sólo debe estar en nuestras agendas políticas, sino que debe formar parte de nuestro día a día, ser fuerza creadora y nunca más destructora. Kollantai llamó “Eros de las alas desplegadas” al amor camaradería, que tenía que formar parte del proyecto socialista porque sólo así en las relaciones humanas es posible la solidaridad, libertad y el respeto de la individualidad.
Destruyendo la mezquindad de las relaciones sentimentales, podremos renunciar a la macabra y naturalizada idea de la pertenencia del uno del otro, que más que reciprocidad convierte a los cuerpos en mercancías, objetos de propiedad sobre los cuales se decide y controla. No debemos permitir que el vocablo amor siga sirviendo como instrumento de opresión; como dice la Violeta, maldigamos al vocablo amor con toda su porquería, y despleguemos las alas de Eros, en camaradería, libertad y solidaridad.