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CENTRO de asesoría pastoral universitaria (CAPU) - PUCP

¿Por qué no se van, no se van de la PUCP?

Reflexiones en torno al evento "Ideología de género" organizado por el Centro de Asesoría Pastoral Universitaria y la presencia de la Iglesia Católica en la PUCP

"Si viajas todos los años a Italia.  Si la cultura es tan rica en Alemania.  ¿Por qué el próximo año no te quedas allá? Si aquí no tienes los medios que reclamas.  Si aquí tu genio y talento no da fama.  Si tu apellido no es Gonzales ni Tapia.  ¿Por que no te vas?

Letra de la canción "¿Por qué no se van?" de Los Prisioneros

Publicado: 2013-09-20


El día de ayer jueves 19 de setiembre, el Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU) llevó a cabo el evento “Ideología de Género” en el Auditorio Juan Pablo II de la PUCP. Con un título así de –por decir lo menos –confuso, el evento se consagró como un espacio de abierta desinformación sobre lo que implica la categoría de género. Un discurso lleno de mentiras y prejuicios caricaturizó al movimiento feminista haciéndolo ver como una ideología homogénea que niega la naturaleza, que aboga por la lucha de sexos, que se inventó el término “homofobia” para acusar a sus detractores, entre otras afirmaciones.

Pero eso no fue todo. No solo se encargó de desinformar y mentir, sino que también agredió a quienes enarbolamos la lucha feminista calificando de “irracionales” los argumentos que supuestamente utilizamos. Para que se den una idea, entre los materiales a los que se hicieron referencia aparecen textos como este: “Perturbación mental e Ideología de género”

Ahora bien, esta es no es la primera joyita de la línea conservadora de la Iglesia Católica en la PUCP. Hace unos meses, una mesa apareció en un lugar bastante concurrido del campus. ¿Qué se proponían? Recolectar firmas para un pronunciamiento ambiguo y poco claro que abogaba, entre otras cosas, por “defender” la vida del “concebido”. ¿Tenían algún letrero que dijere que eran “anti-aborto” abiertamente? No. Tal es así que las chicas de la Semana Feminista PUCP decidimos poner las cosas claras y pusimos nuestra humilde mesita al lado para recolectar firmas a favor de la despenalización del aborto en casos de violación sexual. Oh casualidad, los vecinos de al lado ahora sí decían que eran “anti-aborto”. Ahora lo pienso bien y creo que algo tenemos que agradecerles. Sus argumentos tan contradictorios hacían que la gente venga indignadísima a nuestra mesa en busca de un planillón donde firmar.

Vayamos un poquito más atrás y recordemos el caso del Padre Gastón Garatea, al que no se le renovó la licencia ministerial (para oficiar misas y dar sacramentos), tras haberse manifestado a favor de la unión civil entre personas del mismo sexo. Y es que claro, Cipriani no soporta la más mínima disidencia al interior de su institución. Si es que se presenta una opinión divergente, será oportunidad para afirmar su posición de poder y recordarle al resto “quién manda”.

Pero el caso del Padre Garatea no se dio en un contexto aislado, se dio en el marco del aún vigente conflicto entre la PUCP y el Arzobispado de Lima. Un largo altercado que si algo dejó claro es que la disputa no era solo ideológica, era y es política. No se trataba de si profesábamos o no, como institución, la fe católica, se trataba de quién tenía más poder para decidir sobre el futuro de nuestra universidad, incluido el de sus bienes materiales.

Por si fuera poco, el CAPU no vive de las buenas intenciones, recibe una fuerte suma de dinero por parte de la PUCP. ¿Y de dónde sale el dinero? De los ingresos de la universidad. ¿Y de dónde vienen los ingresos de la universidad? De sus institutos, de sus rentas, de la venta de libros y de nuestras boletas. Sí, de nuestras boletas, de aquella cantidad de dinero que viene del trabajo de nuestras familias, de nuestros padres, de nuestras madres o de nuestro mismo trabajo. Es decir, tenemos al frente una institución que vive de nuestro trabajo y que además se encarga de legitimar la dominación que cotidianamente nos oprime. Seamos claros, la facción más conservadora de la Iglesia Católica siempre ha estado del lado de los que concentran el poder, a costa del resto. Lo ha hecho históricamente y lo seguirá haciendo si es que no nos hacemos valer.

Otro punto es ¿por qué nuestra universidad tiene que financiar una religión en particular al interior del campus? ¿Por qué tiene que financiar el funcionamiento de una institución que le impide desplegar capacidades en cuanto a la producción de conocimiento y por tanto hacerla una mejor casa de estudios? ¿Por qué la PUCP tiene que financiar sus propias cadenas? Es una de las preguntas que la comunidad universitaria tiene que poner en la mesa transparentemente. Nacimos como institución católica, sí. Pero ante todo somos universidad, no una parroquia.

Soy cristiana y feminista. No me da vergüenza, no hay contradicción entre la apuesta emancipadora de la figura de Jesucristo y mi apuesta por una sociedad donde no haya opresiones de ningún tipo. Vergüenza debería darme si me digo cristiana y entrego mi vida a una institución que se sustenta en el trabajo ajeno y que se encarga de producir discursos para oprimir al resto. Como diría el padre Lenin (así se llama el sacerdote que dirigió el taller de formación): “Cuando se modifican las palabras, se puede hacer lo que sea”. Habló la experiencia. La Iglesia Católica es especialista es desvirtuar el mensaje cristiano. ¿Qué hizo Jesús si no enfrentarse a los poderes religiosos de su tiempo? Díganme hereje, si quieren. Si la “vida” que estos sujetos defienden es vida, quiero todo lo contrario.

Esto es pues, más que una batalla ideológica, esto es una batalla política, sustentada en una disputa material. Es poder lo que está en juego. Un poder que no cae del cielo para algunos y se impone a costa de otros. Es un poder que solo tiene sentido si hace referencia a intereses concretos. Es por eso que no nos podemos dejar engañar. Un cambio en la ideología de la Iglesia Católica no cambia su concentración de poder, solo la hace ver más “amigable”. Aboguemos por una comunidad que sea dueña de su propio destino. Eso es simplemente imposible en una sociedad donde el sector más poderoso, vive a costa del trabajo de otros.

Ya para terminar. Amigos y amigas de la PUCP, no tengamos miedo. Esta institución vive de eso, de tenernos callados, de decidir sobre nuestras vidas como si le pertenecieren. Recuperemos nuestra universidad como un espacio de debate y pensamiento crítico. Es simplemente intolerable y contradictorio que puedan existir espacios de abierta ofensa hacia las personas en una casa de estudios que se precie de producir conocimiento para la sociedad. Enarbolemos la apuesta por una universidad laica, de una buena vez.


Escrito por

Katherine Sarmiento

Egresada de Sociología. Miembro de EMANCIPACIÓN - Escuela Permanente de Estudios de la Realidad Peruana.


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